Desde las faldas del majestuoso cráter del Ngorongoro, en la región de Arusha, al norte de Tanzania, nace Ngila Estate, un café que expresa con elegancia la riqueza natural y el legado centenario de una finca dedicada a la excelencia y la sostenibilidad. Cultivado entre 1,500 y 1,600 metros sobre el nivel del mar, este lote representa lo mejor del café tanzano: diversidad biológica, procesos cuidadosos y un profundo respeto por la tierra y su gente.
De variedad Kent y procesado mediante el método Lavado, este café tiene una puntuación de 86, reflejo de su calidad excepcional. Presenta un perfil complejo y refinado con notas de mora, frutas de hueso, té negro, caña de azúcar y caramelo que se despliega en cada sorbo. Su tueste para filtro resalta las cualidades más finas del grano, ofreciendo una taza limpia, equilibrada y de final prolongado.
Ubicada a 1,600 msnm, en las laderas del cráter Ngorongoro, Ngila Estate fue fundada en 1920 y transformada en 1992 por la familia Meyer en una finca modelo de café de especialidad. Hoy, bajo la dirección de Vera Stücker, continúa su compromiso con la calidad y la sostenibilidad. Este lote fue cosechado entre julio y agosto de 2024, con cerezas seleccionadas a mano y procesadas en la misma finca: despulpadas, fermentadas durante 15 horas y secadas al sol por 14 días en camas elevadas. Luego, el café fue enviado al Rafiki Coffee Mill, en Moshi, para su trilla y exportación.
Ngila se extiende entre suelos volcánicos y bosque nublado, dentro de un corredor ecológico de 50 hectáreas que permite el paso de fauna salvaje como elefantes, antílopes, jabalíes y leopardos. Cada año, se plantan entre 4,000 y 5,000 árboles nativos para proteger el suelo y mantener la biodiversidad. Además, se utiliza biochar como enmienda orgánica para enriquecer la tierra y capturar carbono.
Certificada por Rainforest Alliance, la finca aplica prácticas respetuosas con el medio ambiente como el despulpado con bajo consumo de agua, el secado al sol y la nula utilización de secadoras mecánicas, lo que asegura tanto la calidad del grano como un menor impacto ambiental.
Ngila también es sinónimo de compromiso social: emplea de forma permanente a más de 100 personas, muchas con décadas de experiencia, y genera empleo temporal para más de 250 trabajadores durante la cosecha. Los empleados reciben salarios justos, asistencia médica, fondos de pensión, seguros y apoyo educativo para sus familias. Desde 2005, Ngila colabora con tostadores para mejorar una escuela primaria local con instalaciones solares, agua potable, libros y mobiliario.
Más que una finca, Ngila es un ecosistema y una comunidad que trabaja con visión a largo plazo. Un café que, en cada taza, transmite el valor de hacer las cosas bien: con respeto por la tierra, las personas y el futuro.