Risaralda Decaf nace en las montañas cafeteras del departamento de Risaralda, al occidente de Colombia, una región de clima templado, suelos volcánicos y abundantes lluvias donde el café crece lentamente, desarrollando perfiles complejos y balanceados. Este lote colectivo reúne el trabajo de pequeños productores locales que cultivan entre los 1.300 y 1.800 msnm, en un entorno privilegiado marcado por el aire fresco de montaña y una pluviometría anual cercana a los 2.000 mm, condiciones ideales para la producción de cafés de especialidad.
El café está compuesto por las variedades Castillo y Caturra, cultivadas por comunidades de pequeños agricultores bajo prácticas tradicionales. Tras una recolección completamente manual de cerezas en su punto óptimo de maduración, el café se procesa mediante el método Lavado, con fermentaciones controladas de 16 a 18 horas y secado al sol en patios durante 15 a 20 días, lo que asegura una taza limpia, estable y de excelente expresión aromática. Su perfil sensorial muestra notas de chocolate, albaricoque, azúcar moreno y caramelo, con un cuerpo medio, acidez equilibrada y una puntuación de cata de 83,5 puntos. Su tueste Omni permite disfrutarlo tanto en espresso como en métodos de filtro.
Este lote pasa por un descafeinado natural mediante Acetato de Etilo (EA) derivado de la caña de azúcar. Este método consiste en vaporizar ligeramente los granos para abrir sus poros y lavarlos posteriormente con el solvente natural, que se une a la cafeína y la extrae sin afectar de forma significativa los compuestos aromáticos responsables del sabor. Tras este paso, el café se seca nuevamente hasta alcanzar niveles óptimos de humedad, conservando la estructura y el carácter original del grano.
A diferencia de muchos descafeinados producidos a partir de cafés de baja calidad, Risaralda Decaf parte de granos frescos cuidadosamente seleccionados desde origen, lo que permite mantener un perfil dulce, redondo y expresivo incluso tras la eliminación de cafeína. La combinación de variedades resistentes, prácticas agrícolas tradicionales y procesos bien controlados da como resultado un descafeinado que no sacrifica sabor ni complejidad.
Risaralda Decaf es una demostración de que el café sin cafeína puede ser tan rico y disfrutable como cualquier café de especialidad: balanceado, aromático y honesto, perfecto para disfrutar a cualquier hora del día sin renunciar a una buena taza.
