Jimena y el Proyecto Yanaca: Una Historia de Desprendimiento, Migración y Reconexión con las Raíces
En un mundo globalizado, las historias de migración y transformación personal son cada vez más comunes. Sin embargo, pocas son tan únicas y artísticamente inspiradoras como la de Jimena Lahura, una artista que a través de su proyecto Yanaca explora el sentido de identidad, pertenencia y herencia cultural. En esta historia, exploramos su trayectoria y cómo, en cada etapa de su vida, ha recogido fragmentos de sus experiencias para moldear una propuesta artística que invita a reconectar con las raíces y la tierra.
Los Inicios: Exploración de Texturas y Catástrofes Personales
La historia de Jimena y su proyecto Yanaca comienza en un momento de introspección y de exploración artística que ella describe como un proceso de “digestión.” A través de materiales como el óleo y luego la porcelana líquida, Jimena buscaba expresar los momentos que marcan una transformación profunda en la vida. Inspirada por los cambios violentos de las catástrofes, ya sean personales o naturales, Jimena comenzó a ver sus obras como una forma de representar estos “brote de energía” necesarios para que haya movimiento en la vida.
Un Cambio de Medio: Del Óleo a la Arcilla
Tras experimentar con pintura y texturas superficiales, Jimena sintió la necesidad de un cambio más profundo que la llevó a trabajar directamente con arcilla. En este medio encontró la libertad para “rajar el cuerpo” de la obra, conectándose con la idea de desprendimiento en su vida personal y artística. La arcilla le permitió no solo crear, sino experimentar un desprendimiento físico y emocional al moldear y esculpir, en un proceso que reflejaba su propio viaje de autodescubrimiento.
El Viaje a Yanaca: Raíces, Trueque y Comunión con la Tierra
Jimena comenzó su exploración artística en Lima, Perú, en un entorno urbano que, aunque la acogía, no la conectaba con sus raíces. La historia de su familia y la conexión con la tierra de sus ancestros siempre le atrajeron, por lo que decidió viajar al pueblo de Yanaca en Apurímac, un lugar remoto y lleno de tradición, donde vivía su bisabuela. Yanaca, cuyo nombre significa "tierra negra" en quechua, fue el primer lugar en el que Jimena sintió una conexión profunda con sus raíces ancestrales.
Durante su estancia en Yanaca, Jimena convivió con los habitantes del lugar, aprendió de su conexión con la tierra y se familiarizó con las técnicas artesanales locales. Era un lugar marcado por el uso de la arcilla en la vida cotidiana y en objetos ceremoniales. Inspirada por esta tradición, Jimena comenzó a experimentar con porcelana líquida, la cual podía modelar y manipular como una extensión de sus primeros trabajos con óleo, pero llevándolo a un nivel de profundidad matérico y conceptual mucho mayor.
Aunque Jimena ya tenía la semilla de su proyecto en su mente, fue en Yanaca donde realmente encontró la inspiración y el contexto para que este cobrara vida, tomando su nombre del pueblo que la conectó con sus raíces ancestrales. Aquí es donde se interesó por la cerámica y en el uso de materiales naturales como forma de expresión artística. La cerámica le permitía explorar el material en sí mismo, trabajando con texturas y relieves que evocaban tanto los paisajes y tradiciones de su tierra natal en Yanaca como los rituales de su hogar.
Tras su estancia en Yanaca, Jimena decidió migrar a Barcelona, en un cambio de vida que implicó un reto no solo físico, sino también emocional. La distancia de su país y de su familia la colocó en una encrucijada: ¿quién era ella ahora, lejos de sus raíces y su historia? En la ciudad catalana, Jimena sintió por primera vez el peso de la soledad y la nostalgia, emociones comunes en los procesos migratorios, pero que le ayudaron a revalorizar y profundizar aún más en su identidad.
La Migración como Desprendimiento: Un Viaje a la Incertidumbre
En Barcelona encontró desafíos, como el síndrome de Ulises, un estado de estrés en el que no se siente pertenecer ni a su país de origen ni al nuevo. A través de esta experiencia, comenzó a valorar los pequeños rituales de la vida diaria que recordaba de su hogar, como los momentos en la cocina con su familia, y su arte fue tomando forma de “escenas digestivas” que representan esa conexión con el hogar que nunca deja de extrañar.
Jimena fue evolucionando desde vasijas utilitarias hasta piezas con intenciones mucho más personales. Inspirada por el legado de su abuelo, quien escribía sobre el poder y el desencantamiento de los objetos, comenzó a ver su cerámica como cuerpos que llevan memorias y energías. Cada pieza es una forma de preservar y embellecer recuerdos y vivencias, un homenaje a la cultura y a los rituales que rodean los alimentos y la vida cotidiana.
La Mesa como Escenario de Encuentro: Ritual y Conexión
A medida que el proyecto Yanaca creció, Jimena desarrolló la idea de usar la cerámica para crear “escenas curatoriales,” espacios donde las piezas no solo son utilitarias, sino parte de un ritual compartido. Cada elemento en su colección es pensado para la mesa: copas, platos, bandejas y hasta un mantel de cerámica. En este contexto, la cerámica se convierte en una herramienta para la conexión y el compartir, invitando a los comensales a ser conscientes de su entorno y a experimentar el acto de comer como un momento ritual.
Investigación y Evolución: La Alquimia de las Arcillas
Trabajando en Barcelona, Jimena ha tenido acceso a una amplia variedad de arcillas, lo cual la ha llevado a investigar las propiedades únicas de cada tipo y las combinaciones posibles. Su enfoque experimental y detallado refleja su trayectoria y su conexión profunda con la tierra. Cada tipología de arcilla, con sus porcentajes de encogimiento y características individuales, aporta algo único a sus obras. En este sentido, cada pieza de Yanaca es un cuerpo compuesto de múltiples experiencias y culturas, un reflejo de su historia y su identidad migrante.
Un Proyecto Digestivo: La Evolución de Yanaca
Para Jimena, el proyecto Yanaca es un reflejo de su propio proceso de adaptación y transformación como migrante. Cada nueva fase en su vida y en su relación con sus raíces peruanas se plasma en su cerámica, que ha evolucionado desde vasijas individuales hasta piezas que cuentan historias y crean rituales compartidos. Yanaca es un proyecto que sigue creciendo, siendo un testimonio del viaje personal de Jimena, de sus descubrimientos y de su constante búsqueda por conectar con sus raíces y con su nueva identidad como artista en el extranjero.
Conclusión
Yanaca es un homenaje a su abuelo, a su hogar, y a la tierra misma. Es la materialización de los cambios profundos que ella ha experimentado y la representación artística de la adaptación, el aprendizaje y el poder de los momentos que, aunque a veces caóticos, nos transforman y nos permiten renacer.