El Balar es un café originario de las montañas de Tarrazú, Costa Rica, cultivado a 1800 metros sobre el nivel del mar. Esta región, famosa por su microclima único y sus suelos ricos en minerales, es el hogar ideal para el cultivo de los granos de café de la variedad Catuai, entre otras.
El Balar es un café que no solo sigue el proceso natural, sino que incorpora una fermentación extendida, lo que lo convierte en una experiencia completamente única y atrevida. Esta fermentación le da a El Balar una dimensión adicional, resultando en un café fuera de lo común, perfecto para los paladares más curiosos. Esto crea una experiencia rica en matices, con notas de fruta tropical, manzana verde, melón y un toque de dulzor que recuerda al Sugus de cereza. Además, es un café tostado para filtro. Con todo esto, conseguimos una puntuación de cata de nada menos que 87.
Conseguir que El Balar tenga estas características ha sido gracias a la familia Robles y su esfuerzo, quienes llevan décadas cultivando y procesando café en su finca en Tarrazú. Carlos Robles, junto a sus hijos Leo y Elian, han mantenido una tradición familiar en constante evolución, buscando siempre mejorar la calidad de su producto. El micro molino RYS, propiedad de la familia, les permite tener control total sobre el procesamiento de su café, desde la cosecha de las cerezas hasta el secado y la fermentación.
El compromiso de la familia Robles no se limita a la calidad del café. Su enfoque sostenible los ha llevado a adoptar prácticas agrícolas que protegen tanto la tierra como la comunidad que los rodea. Además, están expandiendo su finca con nuevas variedades de café como Geisha y Catigua, lo que demuestra su apuesta por la innovación y el futuro de la caficultura en la región.
El Balar es un café que no solo destaca por su sabor, sino también por el respeto a la tradición y el entorno. Cada taza cuenta una historia, no solo de un café de calidad, sino de una familia que ha dedicado su vida a compartir lo mejor de su tierra con el mundo.